Molinos
Los molinos
El paso del río Órbigo y de la presa Cerrajera por las tierras de Alcoba de la Ribera otorga al pueblo una gran fuente de riqueza. Como fuente de riqueza fue la existencia de los molinos de agua, llegando a existir datos de haber construidos durante todo el recorrido de la presa Cerrajera en algún tiempo un total de 20 molinos sobre sus aguas. En Alcoba de la Ribera casi siempre existieron tres y podemos ver aún en pie dos.
Los molinos aprovechan la fuerza que proporciona el agua. Tenían asignado un caudal determinado y funcionaban, en época de riego, con el agua sobrante y libremente el resto del año.
Los regantes de los pueblos de Alcoba, Villanueva y Sardonedo sólo tienen que pagar los gastos que se ocasionen por la constitución del Sindicato, pues se consideran exentos de cualquier otro pago por leyes consuetudinarias (de costumbre). Dichas concesiones datan de tiempo inmemorial y la villa de Sta.Marina del Rey lo tiene reconocido por antiguas ejecutorias de los años 1396, 1490 y 1510.
La leyenda que cuenta el origen de la construcción de esta presa da una explicación muy bonita del origen de esta ley (consultar el apartado “Leyendas”). Estas leyes eran válidas para todas las personas que se aprovechasen de las aguas traídas por la presa Cerrajera, tanto regantes como molineros.
Explicamos a continuación cómo funcionaban, más o menos, los molinos y los tratos de los molineros.
Cuando no se trabajaba el agua pasaba por una parte del molino, pero cuando se quería moler se encauzaba a través de unas compuertas que la llevaban hacia el rodezno (especie de turbina hidráulica con aspas o paletas curvas). El rodezno (metido en el agua) estaba fijo a un eje vertical (“árbol”), el cual estaba sujeto a una piedra a la que hacía girar, sobre otra piedra que no se movía, a la vez que daba vueltas el rodezno. La piedra que giraba a la vez que el árbol y el rodezno se llamaba “piedra corredera” y la que no se movía (y sobre la que rotaba la piedra corredera) se llamaba “piedra cama”. Ambas piedras estaban en un piso superior del molino. Entre estas existían unas ranuras en las que entraba el grano y era allí donde se molía. Tras este proceso se obtenía la harina bruta, que, si era sólo para uso animal, no necesitaba pasar por el proceso de cernido.
Pero la gente no compraba la harina como hoy, en un paquetito, sino que se la traían del molino, además antes se utilizaba mucha harina, ya que todos hacían el pan en casa.
La harina para uso doméstico tenía que ser muy fina y para conseguir esa finura había que cernirla. La harina bruta, mediante un elevador, pasa al proceso de cernido. Dicho proceso consistía en hacer pasar la harina por una especie de tres coladores o cribas de seda de distintos grosores.
La seda de grosor más fino seleccionaba la harina de primera (para uso doméstico), la de grosor intermedio seleccionaba la harina de segunda (de calidad inferior a la de primera, pero que no era mala del todo) y la seda con los agujeritos más amplios dejaba pasar todos los restos, que formaban el “salvado” (harina-pienso para los animales que contenía la cáscara del grano desmenuzada).
¿Qué se molía? Se molía principalmente centeno y cebada para pienso, y trigo para uso doméstico. Apenas se molía avena porque daba muy poca harina, tampoco se molía maíz, ya que es un cultivo de regadío y hace tiempo por aquí no se cultivaba.
En la época de la Guerra Civil, cuando existía el estraperlo, el molinero no salía del molino, así no arriesgaba la mercancía y la gente que necesitaba moler tenía que llevarle e ir a buscar la molienda. Pero esto sólo fue durante los años de guerra, por miedo a las confiscas. En épocas de paz, el molinero salía con un carro tirado por burros o machos a buscar la molienda, aunque también había gente que se la llevaba al molino.
Los molineros de esta zona viajaban por todo el páramo buscando trabajo, ya que, al no haber agua, en esa zona no había molinos y mandaban moler a los de la ribera. La gente transportaba la molienda en “quilmas” (sacos de lino largos y estrechos que asentaban mejor encima de los animales que los sacos anchos).
Pero el molinero no vivía del aire, tenía que alimentar a su familia y a uno o varios criados, así que ¿qué cobraba el molinero? Al molinero no se le pagaba con dinero, sino que cobraba por moler en harina o grano. Cobraba el 6% de la molienda si el cliente iba a llevarla y recogerla y el 10% si tenía que transportarla él (bueno, eso era lo legal, lo que se decía, pero todos saben que el molinero siempre estafaba un poquito más). Los criados del molinero vivían muy bien, por lo menos nunca les faltaba el pan, tan escaso en otras familias.
Se acercaba la hora de la cena, que era lo más importante. Las mujeres preparaban una excelente chanfaina, acompañada con vino del pueblo y, de postre, castañas torradas, nueces, manzanas y bollos.
Proseguía la fiesta charlando y jugando a las cartas hasta altas horas de la madrugada.
El molino de Chantre está más al norte, hacia la mitad del pueblo. Era un molino que aportó mucha riqueza, ya que, además de moler, daba luz al pueblo cuando aún no había llegado hasta aquí el tendido eléctrico. Dejó de funcionar casi a la vez que el de Felipe, pero por distintas razones: un incendio el día 2 de marzo de 1.952 sobre las 1:00 de la noche ocasionó una gran explosión en la que reventaron las ventanas, lo que provocó la destrucción del molino, que nunca más se volvió a reconstruir. A día de hoy aún podemos observar sus ruinas. Era un molino muy bonito, de adobes y ladrillo, formando arcos sobre la presa.
El molino más moderno es el molino de Agustín Fernández, que después pasó a Chantre. Está todavía más al norte que el molino anterior, a la altura del comienzo del pueblo y su construcción es más moderna, ya toda de ladrillo. Se conserva en perfecto estado, pero no muele.
En la actualidad muchos molinos emplean el mismo proceso para elaborar la harina.